San Gabriel de la Dolorosa

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Cuando el Amor llama a la puerta
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San Gabriel de la Dolorosa
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La historia de Francisco Possenti -Gabriel de
la Dolorosa- no está anclada en el tiempo
(1838-1862). Es una vida luminosa y actual que
se repite en multitud de corazones generosos con
ansias de amar, porque san Gabriel sigue vivo!
Lo dicen cantidad de amigos que le sienten cerca
de sus vidas, en lo más íntimo del corazón
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Yo soy El Camino, La Verdad y La vida
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Yo soy el agua viva. Si alguno tiene sed, que
venga a mí y que beba
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Nadie tiene amor más grande que el que da la vida
por sus hermanos
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Gabriel tuvo dos grandes amores (Mírame, para
que pueda amarte, oraba san Agustín)
El amor nos hace fuertes, el amor es el secreto
de una vida feliz, aunque los trabajos sean
grandes.
Gabriel se sintió mirado, querido por Dios en la
mirada del Crucificado y de María. Gabriel
aprendió a mirarlos.
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Cuando se han encontrado las dos miradas, surge
el amor como una fuente de vida.
En el Crucificado y en María Dolorosa,
encontramos el secreto de la vida de san Gabriel.
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Seis años de trabajo haciéndose por den-tro en el
estudio, la oración y la conviven-cia, alentado
por los sueños misioneros.
Como el tiempo de gestación de la semilla en el
campo.
Todo estaba ya a punto en vísperas de su
ordenación sacerdotal, y.
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Sus sueños rotos
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La tuberculosis se apoderó de él
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Dichosos aquellos que buscan a Dios en su
juventud
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Murió en plena juventud, cuando la semilla de su
vida callada en el noviciado, filosofado y
teologado hubiera empezado a granar.
24 años tenía. Pero el amor y la vida son más
fuertes que la muerte.
Es necesario que el grano de trigo caiga en el
surco para que haya cosecha Gabriel lo había
aprendido del Crucificado. Por eso murió en paz.
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Al que ama, puedes pedirle cualquier cosa, y el
amor se agranda en los detalles.
San Gabriel se hizo grande en los detalles a Dios
y al prójimo de una vida escondida en un convento
pasionista. El amor nos hace soñadores.
Gabriel era un soñador.
Se veía misionero del amor de Dios, para levantar
la vida de los pobres al estilo de san Pablo de
la Cruz.
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No hay nada extraordinorio que contar en la vida
de este joven todo fue preparación para un
después, y ese después no llegó. Sí llegó
cayó como el grano de trigo que ha vivido la
monotonía de los días oculto bajo la tierra.
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Aquella vida oculta ha despertado como una
primavera.
Aquellos sueños misioneros, que la muerte
enterró, hoy están dando sus frutos.
Hoy, su sepulcro es un gran santuario de acogida
y reconciliación para miles de peregrinos.
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Estamos al Este de los Apeninos, en las
estribaciones del Gran Sasso
Antiguo Santuario y Nuevo Santuario para las
peregrinaciones, asambleas y celebraciones
dominicales
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