Sin ttulo de diapositiva

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VIII. 12 Perugino, Pinturichio y Signorelli
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Perugino -Pietro Vanucci- (1446-1524), nació en
Perugia -como bien indica su nombre-, pero debe
considerársele dentro de la escuela florentina.
Maestro de Rafael, su obra destaca por la
suavidad de sus paisajes, la serenidad de los
ritmos, y la dulzura de los rostros de sus
personajes, de indudable belleza, aunque en
exceso similares unos a otros (como podemos
apreciar debajo), y sin la profunda interioridad
de los grandes genios. Alcanzó una gran fama en
vida, consecuencia de su gran capacidad técnica y
agradables formas, siendo solicitados sus cuadros
en numerosas iglesias, como esta tabla de la
Virgen con el Niño y Santos, que pertenecía a la
iglesia de San Pedro, en Perugia, hoy en el Museo
de Bellas Artes de Lyon, realizada entre 1496-98.
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Su fama le llevó participar en los trabajos
decorativos de la Capilla Sixtina, sobresaliendo
su célebre Entrega de las llaves a San Pedro
(1481-82), que recoge el momento en que
Jesucristo dice al Apóstol Te daré las llaves
del Reino de los Cielos y todo lo que atares
sobre la tierra quedará atado en los Cielos, y
todo lo que desatares sobre la tierra, quedará
desatado en los Cielos (Mt. 16, 19). Las figuras
mantienen su belleza y dulzura, influyendo en los
pliegues de los vestidos Verrochio, como podemos
ver en la página siguiente. La obra es paradigma
de la perspectiva lineal -con el punto de fuga
sobre la puerta del edificio central, remarcando
la profundidad con la diversidad de tamaños de
los personajes, en franjas, menores cuanto más
lejos), y el triunfo de la arquitectura clásica,
con el edificio de planta central (cuya cúpula
está inspirada en la de la catedral de Florencia)
flanqueado por sendos arcos de Constantino.
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Bóveda de la Catedral de Florencia de
Brunelleschi y del edificio de Perugino, aunque
la del pintor es menos apuntada.
Similitud de los pliegues del Cristo de Perugino
y del Apóstol de Verrochio (en la Duda de Santo
Tomás).
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El mismo esquema compositivo de la Entrega de las
llaves (también la misma delicada belleza y
dulzura de las figuras, como pueda apreciarse en
el detalle inferior) lo repetiría en la escena de
los Desposorios de la Virgen, realizado muy a
principios del siglo XVI, entre 1500 y 1504.
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Esta obra, junto a la antes mencionada de la
Entrega de las llaves, influirá directamente en
los Desposorios de la Virgen de Rafael, obra
realizada muy poco después de la de Perugino, en
1504 (cuando la acabó apenas tenía 21 años, cinco
años antes de su estancia en Roma, que tanto
evolucionará su obra), en la que se aprecia la
fuerte herencia del maestro, aunque ya se aprecia
la mayor amplitud de sus espacios, así como la
presencia de arquitecturas más modernas. Pero de
las características de Rafael hablaremos más
adelante.
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La obra de Pinturichio (1454-1513) recuerda a la
de Perugino (en cuyo taller trabajó) por la
delicadeza y elegancia de sus formas. Su obra,
por otra parte, tiene un dibujo menos correcto
que el de Perugino, y sus composiciones parecen
menos meditadas, pero sus trabajos poseen una
capacidad seductora altísima. Sus composiciones,
como ocurre en las de Perugino, manifiestan el
interés por los amplios escenarios, pero le
supera en el movimiento que otorga a sus figuras
y composiciones, características que podemos
apreciar en este fresco que representa la escena
bíblica de Susana y los viejos de la serie que
realizó en los Apartamentos vaticanos de
Alejandro VI entre 1493 y 1495, caracterizado
también por la riqueza de escenarios y
vestiduras, así como por el empleo de los oros.
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Luca Signorelli, (1441-1523, y por tanto más de
ochenta años de vida), tiene una producción
artística muy extensa, que se adentra ya en pleno
siglo XVI. Se formó en el taller de Pierro della
Francesca (dos de las cuales reproducimos aquí),
y sus obras y figuras participan de la
monumentalidad de las del maestro, de lo que son
buen ejemplo las figuras que reproducimos a la
derecha, pertenecientes al fresco del Testamento
de Moisés, en la capilla Sixtina del Vaticano,
pues no todas las de esa escena (que reproducimos
debajo) son de su mano.
Piero della Francesca.
Luca Signorelli. Testamento de Moisés (1481-82).
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Su dibujo se fue haciendo cada vez más severo y
estructural, caracterizando a sus figuras la gran
energía que manifiestan, emanando de ellas una
indudable emoción. Su obra más representativa es
el magnífico conjunto de frescos que realizó en
la capilla de San Brizio, en la catedral de
Orvieto, entre 1499 y 1508, más de veinte años
después de su participación en la Capilla Sixtina
del Vaticano. Las escenas representadas están
dedicadas a los últimos tiempos, incluyendo la
predicación del Anticristo, así como la
resurrección de los cuerpos y el Juicio final, la
iconografía es de gran riqueza, inspirada en el
texto bíblico y en la Divina Comedia de Dante.
Este trabajo constituye una excepcional muestra
de lo anteriormente dicho, como podremos ver
mejor en los pormenores ampliados de las páginas
siguientes.
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En la escena de la resurección de los cuerpos,
previa al Juicio Final, resucitando los cuerpos
con su carne a la llamada de los ángeles para
comparecer en el Juicio, se aprecia bien la
monumentalidad de las figuras y el estructural
dibujo de los desnudos, escena que, por otra
parte, anticipa en cierta medida la obra de
Miguel Angel en su Juicio Final de la Sixtina.
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En esta otra escena apocalíptica del final de los
tiempos, comprobamos también como al autor le
interesa sobremanera el dibujo y las diversas
posturas humanas, ofreciendo un riquísimo elenco
de escorzos, que, una vez más, se anticipará a la
prodigiosa creación de Miguel Ángel en la Sixtina.