Title: LOS MISIONEROS SON COMO LOS NAVOS
1(No Transcript)
2LOS MISIONEROS
SON COMO LOS
NAVÍOS
3Al mirar un navío
en el puerto,
imaginamos que está
en su lugar
más seguro, protegido
por una fuerte ancla.
4Sin embargo, sabemos que está allí preparándose,
abasteciéndose y alistándose
para ser
lanzado al mar,
cumpliendo con el
destino
para el cual fue creado,
yendo al encuentro
de sus
propias aventuras y riesgos.
5Dependiendo
de lo que la
fuerza de la naturaleza le reserve,
tendrá que desviar la ruta,
trazar otros caminos y buscar otros puertos.
6Pero retornará fortalecido
por el conocimiento
adquirido,
enriquecido por las diferentes culturas
recorridas. Y siempre
habrá gente
esperándolo feliz en el puerto.
7Así son los MISIONEROS. Tienen su tierra
,
o sea, el puerto seguro,
hasta que
tienen que partir lejos
para anunciar el EV
ANGELIO.
8Por más seguridad, protección y bienestar
que puedan sentir junto a los suyos,
los misioneros nacieron
para surcar los mares de la vida,
correr riesgos
y experimentar nuevas aventuras.
9Cierto es que llevarán consigo
experiencias, vivencias,
conocimientos
pero lo más importante estará
en
el interior de cada uno
10 LA FUERZA DEL ESPÍRITU SANTO !
11El lugar más seguro para el navío
es el puerto.
Pero no fue construido para
permanecer allí.
12El misionero, al igual que el navío,
se
prepara para remar mar adentro
y
encontrar en todo puerto su casa
y la certeza de que será siempre
lugar de
acogida para todos
13Sólo existe Alguien -JESÚS-
que puede controlar la brújula
de
un misionero,
pero TODOS pueden
ayudarle
para que nunca olvide llevar en su
equipaje
14Un amor profundo e intenso
al Dios de la Vida,
fe,
humildad, solidaridad, honestidad, disciplina,
gratitud, generosidad, fidelidad,
espíritu de sacrificio
y un ardor
misionero
que no le permita extrañar
lo dejado
atrás.
15La felicidad del misionero consiste
en vivir en fidelidad su vocación
y
expresar en todos sus actos
la alegría de saberse
llamado y enviado.
16Para ello,
lo único que se
necesita es
HABERSE SENTIDO AMADO
Y LLAMADO!
17Qué difícil resulta soltar
las amarras y dejar
partir al navío! Sin embargo,
el regalo de amor
más grande que se puede
dar al Dios de la Vida
es sencillamente la
propia vida