Sin ttulo de diapositiva

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VII. 1. Expresión y realidad en el gótico
tardío de los Primitivos flamencos. La pintura
del siglo XV en torno a Flandes. Introducción
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Los grandes creadores flamencos del XV, los
denominados primitivos flamencos (en
contraposición con los flamencos modernos del
XVI y, sobre todo, del XVII, particularmente
Rubens, Van Dyck y Jordaens), deben ser
considerados cimas señeras de la creación humana.
Enseguida veremos alguna de sus excepcionales
creaciones, que tan profunda impresión siguen
dejando hoy día a quien las contempla. En la obra
de estos artistas -adelantamos ya los nombres de
Hubert y Jan Van Eyck, Van der Weyden, Van der
Goes o Memling, por citar a algunos de los más
sobresalientes- se dio un predominio de lo que
podemos tener por característica principal del
arte gótico, la primacía del espíritu sobre la
materia, que se traduce en una predilección de la
línea sobre el volumen. Esa primacía implicaba no
complacerse en la belleza formal de los cuerpos,
sí en cambio en la de los gestos y posturas (con
los que representar ese espíritu de los cuerpos,
el que le da vida), que apreciamos vibrantes bajo
los opulentos y movidos ropajes que los ocultan.
Posturas y gestos que, sobre todo, apreciamos en
los rostros y en las manos. Por esta razón hemos
incluido en el título de este capítulo el de
Gótico tardío, nombre que emplean otros
historiadores, con frecuencia entrecomillado,
como hace Janson, por las dificultades para
definir con precisión este concreto momento
creativo, rico y complejo, pero que, sin duda,
entronca con singular fuerza en el gótico, sin la
ruptura que sí encontraremos en el renacimiento
temprano italiano.
Van der Weyden Anunciación del altar de san Juan
Bautista Crist (h. 1455-60)
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Luis Borobio, arquitecto, pintor y músico, además
de catedrático de estética e historiador del
arte, ha profundizado desde la perspectiva del
creador y del teórico en el complejo mundo de la
creación artística a lo largo de la historia, y
ha llegado a una fina comprensión del gótico, que
le permite ofrecer sugerentes claves para la
comprensión y valoración de la pintura flamenca
del XV. Lo hace en su Historia sencilla del Arte,
donde explica que el juego lineal de cuerpos que
se curvan y de ropas que se quiebran
geométricamente, es, en la escuela flamenca,
especialmente plano y caligráfico y, en la
composición plana del cuadro se integran también
las perspectivas arquitectónicas y los paisajes
cuando los hubiere. Las figuras tienen siempre su
debido relieve, pueden presentarse, incluso,
lejanías de hecho, algunas veces, se representan
planos distintos y fondos lejanos con propiedad
pero, a pesar de ello, la composición plástica no
es tridimensional, sino que mueve sus ritmos y
distribuye sus caligrafías en la superficie del
cuadro, y en ella establece el equilibrio de las
formas.
Aparición de Cristo a la Virgen de Van der Weyden
(h. 1440).
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Todos los elementos figurales en la pintura
-prosigue Borobio- están descritos prolijamente
cada uno -considerado aisladamente- puede ser el
centro de atención los detalles anecdóticos más
insignificantes, pintados con cuidadosa
delectación, se objetivan al recibir un
tratamiento de protagonista. Es verdad que está,
cada uno, en el lugar preciso que le corresponde
en el concierto del cuadro pero adquiere en él
una realidad objetual propia e independiente. El
colorido, vivo y variado -en el que se puede
descubrir una cierta predilección hacia los
azules- reparte su brillantez homogéneamente por
todos los elementos que la componen y por toda la
trama argumental. Todo, cualquier pormenor (el
bordado de un manto, un ropaje que se quiebra,
una flor que se desmaya, una lágrima que cae )
es importante. Todo se individúa y hace su
aportación particular a la totalidad, que se
constituye así por simple adición (aunque
perfectamente ordenada) de partes elementales
cada una con su valor unitario.