Title: San Felipe Neri
1San Felipe Neri
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2El hombre busca la felicidad, pero nada de este
mundo puede dársela. La felicidad es el fruto
sobrenatural de la presencia de Dios en el alma.
Es la felicidad de los santos. Ellos la viven en
las mas adversas circunstancias y nada ni nadie
se las puede quitar. San Felipe Neri ilustra
admirablemente la felicidad de la santidad.
Dispuesto a todo por Cristo, logrĂł maravillas
en su vida y la gloria del cielo.
3NaciĂł en Florencia, Italia, en 1515. Desde
pequeño San Felipe era afable, obediente y
amante de la oraciĂłn. En su juventud le gustaba
visitar a los padres dominicos del Monasterio de
San Marco y segĂşn su propio testimonio estos
padres le inspiraron a la virtud.
Cascia
Florencia Italia
4A los 17 años lo enviaron a San Germano, cerca de
Monte Casino, como aprendiz de Romolo, un
mercante primo de su padre. Su estancia ahĂ no
fue muy prolongada, ya que al poco tiempo tuvo
Felipe la experiencia mĂstica que Ă©l llamarĂa,
más tarde, su "conversión" y, desde ese momento,
dejaron de interesarle los negocios. PartiĂł a
Roma, sin dinero y sin ningĂşn proyecto, confiado
Ăşnicamente en la Providencia. Los dos primeros
años que pasĂł en Roma, entregado dĂa y noche a la
oraciĂłn, lo preparĂł interiormente,
fortaleciendo su vida espiritual y se confirmĂł
en el deseo de servir a Dios. Al cabo de esos
dos años, San Felipe hizo sus estudios de
filosofĂa y teologĂa en la Sapienza y en
Sant'Agostino. Era muy devoto al estudio, sin
embargo le costaba concentrarse en ellos porque
su mente se absorbĂa en el amor de Dios,
especialmente al contemplar el crucifijo.
Cascia
Roma
5El comprendĂa que JesĂşs, fuente de toda la
sabidurĂa de la filosofĂa y teologĂa le llenaba
el alma en el silencio de la oraciĂłn. A los tres
años de estudio, cuando el tesón y el éxito con
que habĂa trabajado abrĂan ante Ă©l una brillante
carrera, San Felipe abandonĂł sĂşbitamente los
estudios. Movido probablemente por una
inspiraciĂłn divina, vendiĂł la mayor parte de sus
libros y se consagrĂł al apostolado.
Cascia
6La vida religiosa del pueblo de Roma dejaba mucho
que desear, graves abusos abundaban en la
Iglesia todo el mundo lo reconocĂa pero muy
pocos lo remediaban. En el Colegio cardenalicio
gobernaban los Medici, de suerte que muchos
cardenales se comportaban más bien como prĂncipes
seculares que como eclesiásticos. El renacimiento
de los estudios clásicos habĂa sustituido los
ideales cristianos por los paganos, con el
consiguiente debilitamiento de la fe y el
descenso del nivel moral. El clero habĂa caĂdo
en la indiferencia, cuando no en la corrupciĂłn
la mayorĂa de los sacerdotes no celebraba la
misa sino rara vez, dejaba arruinarse las
iglesias y se desentendĂa del cuidado espiritual
de los fieles. El pueblo, por ende, se habĂa
alejado de Dios. La obra de San Felipe habrĂa de
consistir en reevangelizar la ciudad de Roma y
lo hizo con tal Ă©xito, que un dĂa se le llamarĂa
"el ApĂłstol de Roma".
Colegio Cardenalicio
7Los comienzos fueron modestos. San Felipe iba a
la calle o al mercado y empezaba a conversar con
las gentes. Particularmente con los empleados de
los bancos y las tiendas del barrio de
Sant'Angelo. Como era muy simpático y tenĂa un
buen sentido del humor, no le costaba trabajo
entablar conversaciĂłn, en el curso de la cual
dejaba caer alguna palabra oportuna acerca del
amor de Dios o del estado espiritual de sus
interlocutores. AsĂ fue logrando, poco a poco,
que numerosas personas cambiasen de vida.
Sant'Angelo
8El santo acostumbraba saludar a sus amigos con
estas palabras "Y bien, hermanos, cuándo
vamos a empezar a ser mejores?" Si Ă©stos le
preguntaban quĂ© debĂan hacer para mejorar, el
santo los llevaba consigo a cuidar a los enfermos
de los hospitales y a visitar las siete iglesias,
que era una de sus devociones favoritas.
9San Felipe consagraba el dĂa entero al
apostolado pero al atardecer, se retiraba a la
soledad para entrar en profunda oraciĂłn y, con
frecuencia, pasaba la noche en el pĂłrtico de
alguna iglesia, o en las catacumbas de San
Sebastián, junto a la VĂa Appia. Se hallaba ahĂ,
precisamente, la vĂspera de PentecostĂ©s de 1544,
pidiendo los dones del EspĂritu Santo, cuando
vio venir del cielo un globo de fuego que penetrĂł
en su boca y se dilatĂł en su pecho.
10El santo se sintiĂł poseĂdo por un amor de Dios
tan enorme, que parecĂa ahogarle cayĂł al
suelo, como derribado y exclamĂł con acento de
dolor Basta, Señor, basta! No puedo
soportarlo más!" Cuando recuperó plenamente la
conciencia, descubriĂł que su pecho estaba
hinchado, teniendo un bulto del tamaño de un
puño pero jamás-le causó dolor alguno. A
partir de entonces, San Felipe experimentaba
tales accesos de amor de Dios, que todo su
cuerpo se estremecĂa.
11A menudo tenĂa que descubrirse el pecho para
aliviar un poco el ardor que lo consumĂa y
rogaba a Dios que mitigase sus consuelos para no
morir de gozo. Tan fuertes eran las
palpitaciones de su corazĂłn que otros podĂan
oĂrlas y sentir sus palpitaciones,
especialmente años mas tarde, cuando como
sacerdote, celebraba La Santa Misa, confesaba o
predicaba. HabĂa tambiĂ©n un resplandor celestial
que desde su corazĂłn emanaba calor. Tras su
muerte, la autopsia del cadáver del santo reveló
que tenĂa dos costillas rotas y que Ă©stas se
habĂan arqueado para dejar más sitio al corazĂłn.
12San Felipe, habiendo recibido tanto, se
entregaba plenamente a las obras corporales de
misericordia. En 1548, con la ayuda del P.
Persiano Rossa, su confesor, que vivĂa en San
Girolamo della Carita y unos 15 laicos, San
Felipe fundĂł la CofradĂa de la SantĂsima
Trinidad, conocida como la cofradĂa de los
pobres, que se reunĂa para los ejercicios
espirituales en la iglesia de San Salvatore in
Campo. Dicha cofradĂa, que se encargaba de
socorrer a los peregrinos necesitados, ayudĂł a
San Felipe a difundir la devociĂłn de las cuarenta
horas (adoraciĂłn EucarĂstica), durante las
cuales solĂa dar breves reflexiones llenas de
amor que conmovĂan a todos.
Iglesia San Salvatore in Campo
13Dios bendijo el trabajo de la cofradĂa y pronto
fundó el célebre hospital de Santa Trinita dei
Pellegrini en el año jubilar de 1575, los
miembros de la cofradĂa atendieron ahĂ a 145,000
peregrinos y se encargaron, más tarde, de
cuidar a los pobres durante la convalecencia.
Asà pues, a los treinta y cuatro años de edad,
San Felipe habĂa hecho ya grandes cosas.
14SacerdoteSu confesor estaba persuadido de que
San Felipe harĂa cosas todavĂa mayores si
recibĂa la ordenaciĂłn sacerdotal. Aunque el
santo se resistĂa a ello, por humildad, acabĂł
por seguir el consejo de su confesor. El 23 de
mayo de 1551 recibiĂł las Ăłrdenes sagradas. TenĂa
36 años. A partir de ese momento, ejerció el
apostolado sobre todo en el confesionario, en el
que se sentaba desde la madrugada hasta el
mediodĂa, algunas veces hasta las horas de la
tarde, para atender a una multitud de penitentes
de toda edad y condiciĂłn social. El santo tenĂa
el poder de leer el pensamiento de sus penitentes
y logrĂł numerosas conversiones. Con paciencia
analizaba cada pecado y con gran sabidurĂa
prescribĂa el remedio. Con gentileza y gran
compasiĂłn guiaba a los penitentes en el camino
de la santidad.
15Enseñó a sus penitentes el valor de la
mortificación y las prácticas que ayudasen a
crecer en humildad. Algunos recibĂan de
penitencia mendigar por alimentos u otras
prácticas de humillación. Uno de los beneficios
de la guerra contra el ego es que abre la puerta
a la oraciĂłn. DecĂa "Un hombre sin oraciĂłn es
un animal sin razón". Enseñaba la importancia
de llenar la mente con pensamientos santos y
pensaba que para lograrlo se debĂa hacer lectura
espiritual, especialmente de los santos.
Celebraba con gran devociĂłn la misa diaria cosa
que muchos sacerdotes habĂan abandonado. Con
frecuencia experimentaba el Ă©xtasis durante la
misa y se le observĂł levitando en algunas
ocasiones. Para no llamar la atenciĂłn trataba de
celebrar la Ăşltima misa del dĂa, en la que habĂa
menos personas.
16Conversaciones espiritualesOrganizaba
conversaciones espirituales en las que se oraba y
se leĂan las vidas de los santos y misioneros.
Terminaban con una visita al SantĂsimo
Sacramento en alguna iglesia o con la asistencia
a las vĂsperas. Eran tantos los que asistĂan a
las conversaciones espirituales que en la iglesia
de San Girolamo se construyĂł una gran sala para
las conferencias de San Felipe y varios
sacerdotes empezaron a ayudarle en la obra. El
pueblo los llamaba "los Oratorianos", porque
tocaban la campana para llamar a los fieles a
rezar en su oratorio. Las reuniones fueron
tomando estructura con oraciĂłn mental, lectura
del Evangelio, comentario, lectura de los santos,
historia de la Iglesia y mĂşsica. MĂşsicos,
incluso Giovanni Palestrina, asistieron y
escribieron mĂşsica para las reuniones. Los
resultados fueron extraordinarios. Muchos
miembros prominentes de la curia asistieron a lo
que se llamaba "el oratorio".
Antiguo Oratorio de San Felipe Neri
17Inspirado en el ejemplo de la viday muerte
heroicas de San Francisco Javier quiso irse a la
India pero ante una revelaciĂłn Divina decidiĂł
poner en Roma toda su atenciĂłn.
18La CongregaciĂłn del Oratorio (Los
oratorianos)En 1564 el Papa PĂo IV pidiĂł a San
Felipe que asumiera la responsabilidad por la
Iglesia de San Giovanni de los Florentinos. Con
la bendiciĂłn del Papa Gregorio XII, San Felipe y
sus colaboradores adquirieron, en 1575, su
propia Iglesia, Santa MarĂa de Vallicella. El
Papa aprobĂł formalmente la CongregaciĂłn del
Oratorio. El instituto tenĂa como fin la
oraciĂłn, la predicaciĂłn y la administraciĂłn de
los sacramentos. La Iglesia de Santa MarĂa in
Vallicella estaba en ruinas y resultaba demasiado
pequeña. San Felipe fue además avisado en una
visiĂłn que la Iglesia estaba a punto del
derrumbe, siendo sostenida por la Virgen.
Santa MarĂa de Vallicella
19El santo decidió demolerla y construir una más
grande. ResultĂł que los obreros encontraron la
viga principal estaba desconectada de todo apoyo.
Bajo la direcciĂłn de San Felipe la excavaciĂłn
comenzĂł en el lugar donde una antigua fundaciĂłn
yacĂa escondida. Estas ruinas proveyeron la
necesaria fundaciĂłn para una porciĂłn de la nueva
Iglesia y suficiente piedra para el resto de la
base. En menos de dos años los padres se
mudarona la "Chiesa Nuova".
Santa MarĂa de Vallicella
20ApariciĂłn de la Virgen y curaciĂłnFue siempre de
salud delicada. En cierta ocasiĂłn, la SantĂsima
Virgen se le apareciĂł y le curĂł de una
enfermedad de la vesĂcula. El suceso aconteciĂł
asĂ el santo habĂa casi perdido el
conocimiento, cuando sĂşbitamente se incorporĂł,
abriĂł los brazos v exclamĂł "Mi hermosa
Señora! "Mi santa Señora!" El médico que le
asistĂa le tomĂł por el brazo, pero San Felipe le
dijo "Dejadme abrazar a mi Madre que ha venido
a visitarme". Después, cayó en la cuenta de que
habĂa varios testigos y escondiĂł el rostro entre
las sábanas, como un niño, pues no le gustaba
que le tomasen por santo.
21Dones extraordinariosSan Felipe tenĂa el don de
curación, devolviéndole la salud a muchos
enfermos. También, en diversas ocasiones,
predijo el porvenir. VivĂa en estrecho contacto
con lo sobrenatural y experimentaba frecuentes
Ă©xtasis.Quienes lo vieron en Ă©xtasis dieron
testimonio de que su rostro brillaba con una luz
celestial.
22Últimos añosDurante sus últimos años fueron
muchos los cardenales que lo tenĂan como
consejero. Sufrió varias enfermedades y dos años
antes de morir logrĂł renunciar a su cargo de
superior. Obtuvo permiso de celebrar
diariamente la misa en el pequeño oratorio que
estaba junto a su cuarto. Como frecuentemente
era arrebatado en Ă©xtasis durante la misa, los
asistentes acabaron por tomar la costumbre de
retirarse al "Agnus Dei". El acĂłlito hacĂa lo
mismo. Después de apagar los cirios, encender
una lamparilla y colgar de la puerta un letrero
para anunciar que San Felipe estaba celebrando
todavĂa dos horas despuĂ©s volvĂa el acĂłlito,
encendĂa de nuevo los cirios y la misa
continuaba.
23Su muerte.El dĂa de Corpus Christi, 25 de mayo
de 1595, el santo estaba desbordante de alegrĂa,
de suerte que su médico le dijo que nunca le
habĂa visto tan bien durante los Ăşltimos diez
años. Pero San Felipe sabĂa perfectamente que
habĂa llegado su Ăşltima hora. ConfesĂł durante
todo el dĂa y recibiĂł, como de costumbre, a los
visitantes. Pero antes de retirarse, dijo "A
fin de cuentas, hay que morir". Hacia medianoche
sufriĂł un ataque tan agudo, que se convocĂł a la
comunidad. Baronio quién lo sustituyó cómo
superior, después de leer las oraciones de los
agonizantes, le pidiĂł que se despidiese de sus
hijos y los bendijese. El santo, que ya no podĂa
hablar, levantĂł la mano para dar la bendiciĂłn y
muriĂł un instante despuĂ©s. TenĂa entonces
ochenta años y dejaba tras de sà una obra
imperecedera.
24San Felipe fue canonizado en 1622El cuerpo
incorrupto de San Felipe esta en la iglesia de
Santa MarĂa en Vallicella, bajo un hermoso
mosaico de su visiĂłn de la Virgen MarĂa de 1594.
Santa MarĂa de Vallicella
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