Title: SALMO 128
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3Desde los comienzos de su historia (vs. 1-2),
Israel debió soportar a numerosos opresores. Pero
el Señor nunca permitió que aniquilaran a su
Pueblo. Apoyados en esta experiencia de la
protección divina, los peregrinos piden al Señor
la rápida destrucción de sus enemigos y miran
confiadamente hacia el futuro.
41. CON ISRAEL
Desde su juventud, es decir, desde su esclavitud
en las tierras de Egipto, Israel tiene conciencia
de ser un "pequeño pueblo", siempre al borde de
la destrucción y que, sin embargo, "no es
sometido"... Consciente de que Dios lo protege.
Este es un salmo de esperanza que brota del fondo
de los sufrimientos y los fracasos momentáneos.
2. CON JESÚS
En su Pasión dolorosa. Jesús sufrió por los
pecados de los hombres. Al ser flagelado, sufrió
la laceración de los azotes, que abrieron surcos
de sangre en su espalda. Sin embargo, Jesús, como
el creyente del salmo, mantuvo una paciencia y
una esperanza invencibles sabía que el pecado y
la muerte, enemigos de su Padre, serían vencidos.
3. CON NUESTRO TIEMPO
Líbranos del mal, no nos dejes caer en tentación.
La oración de Jesús, como la de este salmo, nos
remite a las diarias luchas contra el mal. Es
necesario orar, pero también es necesario luchar
en todos los campos. De qué sirve decir "Señor,
cuántas injusticias, cuántos actos de violencia,
cuántos pecados, en este mundo"... Si nos
quedamos con los brazos cruzados, mano sobre
mano, sin mover un solo pie?
5Cuanta guerra me han hecho desde mi juventud
-que lo diga Israel-, cuanta guerra me han hecho
desde mi juventud, pero no pudieron conmigo!
6En mis espaldas metieron el arado y alargaron los
surcos. pero el Señor, que es justo, rompió las
coyundas de los malvados.
7Retrocedan avergonzados, los que odian a
Sión sean como la hierba del tejado, que se seca
y nadie la siega
8que no llena la mano del segador ni la brazada
del que agavilla ni les dicen los que pasan
Que el Señor te bendiga.
9Os bendecimos en el nombre del Señor.
10MIS ENEMIGOS
Me resulta duro admitirlo, aun ante mí mismo,
pero es un hecho que no puedo seguir pasando por
alto, y haré bien en confesármelo a mí mismo
tengo enemigos. Hay personas a las que no agrado,
personas que se me oponen, personas que tratan de
poner obstáculos a mi trabajo y estropear mis
éxitos. Hay personas que me critican a mis
espaldas, que se alegran cuando fracaso y se
entristecen cuando las cosas me salen bien. No es
que yo tenga manía persecutoria, sino que
simplemente veo y admito esta desagradable
realidad. No les gusto a todos, y a mí me
conviene saberlo.
Cuánta guerra me han hecho desde mi juventud!
En mis espaldas metieron el arado y alargaron los
surcos.
La imagen es brutal, pero la realidad no es menos
inhumana. Araron mi espalda como el labrador ara
sus campos con una hoja de acero. Llevo las
cicatrices del odio en los tejidos del alma. Y
quiero llegar a aceptar la realidad de los
sufrimientos que me han causado otros, sin que yo
sienta enemistad personal o amargura interna por
la conducta enemiga de seres a los que llamo
hermanos.
No pienso en ellos hoy, sino en mí mismo. El
hecho de tener enemigos me humilla. Yo creía ser
una persona de primera, creía ser atractivo y
agradable a todos. Y resulta que no lo soy. No lo
digo para culpar a nadie, y menos a mí mismo,
sino simplemente para hacer constar el hecho y
derivar de él la humildad que me corresponde. No
les gusto a todos. Lástima, pero así es. Acepto
la carga y aprendo la lección.
Gracias, Señor, por los que se me oponen. Me
están ayudando a conocerme mejor.
11Dios de Israel, tu Iglesia es continuadora del
pueblo elegido, va madurando en el sufrimiento la
obra de salivación a través de la historia te
pedimos que nos bendigas y rompas las
servidumbres que quieren imponernos los malvados.