La Reina de Saba

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La reina de Saba
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La reina de Saba. La reina de Saba citada en el
libro de los 1 Reyes 10 - 2, es un personaje
legendario que también se menciona en El Corán.
Fue gobernante del Reino de Saba, un antiguo
país localizado en el actual Yemen.

En La Biblia no se la
conoce por su nombre, aunque en otros textos
extrabíblicos es llamada Balkis, Nicaula o
Makeda. Según el Antiguo Testamento la reina
acude a Israel atraída por la gran sabiduría de
Salomón, ofreciéndole oro, especias y piedras
preciosas, pero el rey aunque cautivado por su
belleza y tras un efímero idilio la rechazó.
Balkis, desde entonces, regresó a su país doblado
el cuerpo y el corazón en el polvo como un árbol
sin vida arrancado de raíz.
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Una vez, andando por un lugar en noche
borrascosa, vi una mujer a la bermeja luz del
relámpago que, de pie sobre una roca, elevaba los
brazos al cielo en doliente imprecación de duelo.
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Algunos me dijeron que no era más que un árbol
seco otros la sombra de los lugares desiertos,
pero a mi me pareció el genio trágico de una
maldita ambición, el fantasma inconsolable de un
insatisfecho amor.
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Salomón y Balkís, reina de Saba, se encontraron.
El tiempo los puso cerca, el
instinto los unió.
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Sobre el alfombrado suelo de palacio, la aviesa
reina reveló a Salomón el misterioso secreto que
cada primavera puebla las flores de esmaltadas
mariposas, y llena el espacio con el polen del
amor.
7
Desde aquel día los amantes caminaron juntos y,
juntos, divagaron por los pliegues de sus
cuerpos.
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Juntos descubrieron el encanto de sus pasiones,
juntos oyeron al eco repetir los susurros de sus
cosas, juntos sintieron vibrar en las palmas de
sus manos el gozoso palpitar de sus deseos
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y juntos se escondieron de indiscretas miradas
que espiaban allá abajo, desde el tenebroso
pedregal de la envidia.
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Un día la reina, astuta adivina, maquinó egoísta
para satisfacer su ambición.
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Pero Salomón, que tenía en sus ojos la pasividad
del sabio y en el corazón la fiereza de su raza,
vagó por la hondura de sus sentimientos y la
rechazó.
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Desde entonces, Balkis, camina estremecida por
los límites de la muerte, cuando la noche
borrascosa pone de cárdeno violento las ruinas
donde se quebró su amor.
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La reina de Saba
Una vez, andando por un lugar en noche
borrascosa, vi una mujer a la bermeja luz del
relámpago que, de pie sobre una roca, elevaba los
brazos al cielo en doliente imprecación de duelo.
Algunos me dijeron
que no era más que un árbol seco otros la sombra
de los lugares desiertos, pero a mí me pareció el
genio trágico de una maldita ambición, el
fantasma inconsolable de un insatisfecho amor.
Salomón y Balkis, reina de Saba, se encontraron.
El tiempo los
puso cerca, el instinto los unió. Sobre el
alfombrado suelo del palacio, la aviesa reina,
reveló a Salomón el misterioso secreto que cada
primavera puebla las flores de inquietas y
esmaltadas mariposas y llena el espacio infinito
con el polen del amor.

Desde aquel día
los amantes caminaron juntos y, juntos, divagaron
por los pliegues de sus cuerpos.

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Juntos descubrieron el raro encanto de sus
pasiones, juntos oyeron repetir los susurros de
sus pequeñas cosas, juntos sintieron vibrar en
las palmas de sus manos el gozoso palpitar de sus
deseos, y juntos se escondieron de indiscretas
miradas que espiaban, allá abajo, desde el
tenebroso pedregal de la envidia.
Un
día la reina astuta adivina, maquinó egoísta,
para satisfacer su ambición.

Pero Salomón,
que tenía en sus ojos la pasividad del sabio y en
el corazón la ancestral fiereza de su raza, vagó
por la hondura de sus sentimientos y la
rechazó. Desde entonces, Balkis camina
estremecida por los limites de la muerte, cuando
la noche borrascosa pone de cárdeno violento las
ruinas donde se quebró su amor.
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La reina de Saba
Texto y composición pedro martínez borrego.
Imágenes Internet.
Tema musical Petite fleur -
Chris Barber.
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(No Transcript)