Title: Muchacha de Guatemala
1Muchacha de Guatemala
2Muchacha de Guatemala, de ojos lindos y
profundos, hoy estoy triste por ti y tú lo
estarás por mí. Recuerdo tu piel morena, tu
hermosa grácil figura, de palmera, y tu risa,
limpia, espontánea, serena. Tus ojos, cual de
gacela que oteara el horizonte en los claros de
la selva, eran los de una princesa.
3Hoy he vuelto junto al árbol donde izabas tu
canasta llena de sabrosos mangos por recordar tu
figura y aquel tu dulce mirar sin perder la
compostura. Adiós!, al marchar, te
dije. Adiós, que te vaya bien!, con un mohín
respondiste, yo me marché, tú te fuiste.
4El árbol sigue en su sitio, igual de grande y
frondoso, cuajadito está todito de la bella flor
de mango. A ti te hirió la malaria, a mí un
mortal sentimiento y una pena irreparable que no
la cura ni el tiempo.
5Tu cuerpo virgen descansa en un claro de la
selva intrincada, misteriosa del Petén mítico y
maya. Una corona de orquídeas he puesto sobre la
tumba de aquella muchacha maya que me quiso en
Guatemala.
6Dicen que en las noches blancas de luna llena en
el cielo la han visto acercarte al río y caminar
por la orilla contemplándose desnuda en el espejo
del agua.
7Dicen que se oyen lamentos al llegar la
medianoche por la selva tropical, son de una
joven princesa que se murió de malaria una noche
en Guatemala.
8Dicen que se oyen suspiros por la noche en el
Petén, son los ayes de dos almas que se amaron
junto al río antes de la madrugada en la
Guatemala maya.
9Muchacha de Guatemala, de ojos lindos y
profundos, hoy estoy triste por ti y tú lo
estarás por mí. Recuerdo tu piel morena, tu
hermosa grácil figura, de palmera, y tu risa,
limpia, espontánea, serena. Tus ojos, cual de
gacela que oteara el horizonte en los claros de
la selva eran los de una princesa. Hoy he vuelto
junto al árbol donde izabas tu canasta llena de
sabrosos mangos por recordar tu figura y aquel tu
dulce mirar sin perder la compostura. Adiós!,
al marchar, te dije. Adiós, que te vaya
bien!, con un mohín respondiste, yo me marché, tú
te fuiste. El árbol sigue en su sitio, igual de
grande y frondoso, cuajadito está todito de la
bella flor de mango.
A ti te hirió la malaria, a mí un mortal
sentimiento y una pena irreparable que no la cura
ni el tiempo. Tu cuerpo virgen descansa en un
claro de la selva intrincada, misteriosa del
Petén mítico y maya. Una corona de orquídeas he
puesto sobre la tumba de aquella muchacha
maya que me quiso en Guatemala. Dicen que en las
noches blancas de luna llena en el cielo la han
visto acercarte al río y caminar por la
orilla contemplándose desnuda en el espejo del
agua. Dicen que se oyen lamentos al llegar la
medianoche por la selva tropical, son de una
joven princesa que se murió de malaria una noche
en Guatemala.
Dicen que se oyen suspiros por la noche en el
Petén, son los ayes de dos almas que se amaron
junto al río antes de la madrugada en la
Guatemala maya.
Juan Manuel del Río