Title: La interpretaci
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3 La interpretación de este Salmo se ve
dificultada por la inclusión en un mismo poema de
elementos bastante heterogéneos súplica
individual (vs. 2-12, 24-25), expresiones
hímnicas (vs. 13, 26-28), y anuncio profético
(vs. 14-23). Para resolver esta dificultad, se
podría dar la siguiente explicación durante el
exilio babilónico, se aplicó la súplica de un
enfermo grave a la situación en que se encontraba
Israel, cuando Jerusalén y el Templo estaban en
ruinas. Entonces se añadió un oráculo que
anunciaba la reconstrucción del Santuario (v. 17)
y el retorno de los desterrados (v. 23).
4Oración de un afligido que, en su congoja, se
lamenta ante el Señor
? El salterio nos ofrece un himno penitencial. Un
israelita piadoso y fiel va expresando, en forma
de súplica, su dolor parece como si rompiese en
llanto. Está abrumado por la ruina de su pueblo y
centra su aflicción en la destrucción de lo que
constituía la alegría de Israel Jerusalén, la
ciudad santa y su templo, asiento de la majestad
y gloria de Dios.
? Imaginamos a nuestro doliente salmista paseando
su mirada sobre Jerusalén intentamos penetrar en
su corazón y podemos entender, al menos en parte,
su terrible abatimiento. Todo lo que antes le
alegraba la vista se ha convertido en un yermo
estéril en el que campea la desolación.
? En Jesucristo confluye el dolor del salmista,
de los profetas y de innumerables hijos de
Israel. También a El le duele ver las piedras del
templo diseminadas, cansadas, abatidas y vagando
sin sentido. El ve en las ovejas desfallecidas de
Israel, hijos de las promesas, la ruina que el
salmista veía en las piedras fuera de lugar y
dispersas. Jesús recoge en su alma el dolor de
todos los hombres rectos de Israel por el pueblo.
5Señor, escucha mi oración,que mi grito llegue
hasta tino me escondas tu rostroel día de la
desgracia.Inclina tu oído hacia micuando te
invoco, escúchame en seguida.
Que mis días se desvanecen como humo, mis huesos
queman como brasasmi corazón está agostado como
hierba, me olvido de comer mi pan con la
violencia de mis quejidos,se me pega la piel a
los huesos.
6Estoy como lechuza en la estepa, como búho entre
ruinas estoy desvelado, gimiendo, como pájaro
sin pareja en el tejado.
Mis enemigos me insultan sin descanso furiosos
contra mí, me maldicen.En vez de pan, como
ceniza,mezclo mi bebida con llanto,por tu
cólera y tu indignación,porque me alzaste en
vilo y me tiraste mis días son una sombra que se
alarga,me voy secando como la hierba.
7Tú, en cambio, permaneces para siempre,y tu
nombre de generación en generación.Levántate y
ten misericordia de Sión,que ya es hora y tiempo
de misericordia.
8Tus siervos aman sus piedras, se compadecen de
sus ruinas,los gentiles temerá tu nombre, los
reyes del mundo, tu gloria.
9Cuando el Señor reconstruya Sión,y aparezca en
su gloria,y se vuelva a las súplicas de los
indefensos,y no desprecie sus peticiones,quede
esto escrito para la generación futura,y el
pueblo que será creado alabará al Señor.
10Que el Señor ha mirado desde su excelso
santuario,desde el cielo se ha fijado en la
tierra,para escuchar los gemidos de los
cautivosy librar a los condenados a muerte.
11Para anunciar en Sión el nombre del Señor,y su
alabanza en Jerusalén,cuando se reúnan unánimes
los pueblosy los reyes para dar culto al Señor.
12El agotó mis fuerzas en el camino,acortó mis
díasy yo dije "Dios mío, no me arrebatesen la
mitad de mis días".
Tus años duran por todas las generacionesal
principio cimentaste la tierra,y el cielo es
obra de tus manos.
13Ellos perecerán, tú permaneces,se gastarán como
la ropa,serán como un vestido que se muda.
Tú, en cambio, eres siempre el mismo,tus años no
se acabarán.Los hijos de tus siervos vivirán
seguros,su linaje durará en tu presencia.
14Amo a mi Ciudad
Amo tus mismas piedras y el polvo de tus calles.
Tú eres mi ciudad, mi Sión, mi Jerusalén tú, la
ciudad donde vivo, por cuyas calles ando, cuyos
rincones conozco, cuyo aire respiro, cuyos ruidos
sufro. Tú, la ciudad que se me da dado para que
sea mi casa, mi puesto en la tierra, mi refugio
en la vida, mi vínculo urbano con la raza del
hombre civilizado. Tú, signo y figura de la
Ciudad de Dios, mientras continúas siendo
plenamente la ciudad del hombre en tu penosa
historia y tu presente realidad. Te amo, te
abrazo, estoy orgulloso de ti. Me alegra vivir en
ti, enseñarte a visitantes, dar tu nombre junto
al mío al dar la dirección donde vivo, unir así
tu nombre al mío en sacramento topográfico de
matrimonio residencial. Tú eres mi ciudad, y yo
soy tu ciudadano. Nos queremos.
Te quiero tal y como eres con polvo y todo.
Podría besar en adoración las piedras de tus
calles y erigirlas en altares para ofrecer sobre
ellas el sacrificio de alabanza. Tus avenidas son
sagradas, tus cruces son benditos, tus casas
están ungidas con la presencia del hombre, hijo
de Dios. Tú eres un templo en tu totalidad, y
consagras con el sello del hombre que trabaja los
paisajes vírgenes del planeta tierra.
Por ti rezo, ciudad querida, por tu belleza y por
tu gloria rezo a ese Dios cuyo templo eres y
cuya majestad reflejas, para que repare los
destrozos causados en ti por la insensatez del
hombre y los estragos del tiempo y te haga
resplandecer con la perfección final que yo sueño
para ti y que él, como Dueño y Señor tuyo, quiere
también para ti.
15Señor, Dios nuestro, tu Hijo Jesucristo nos ha
revelado tu amor de Padre él es nuestra
esperanza en el dolor, en la brevedad de la vida
y en los ataques del enemigo, por él te
presentamos confiadamente nuestras peticiones y
te suplicamos que no arrebates nuestra vida en la
mitad de sus días. Por Jesucristo, nuestros Señor.