Title: Diapositiva 1
1 La vida en Cristo La vocación
del hombre, la vida en El
Espíritu
Lo que se profesa en el Sím- bolo de la Fe, los
sacramen- tos lo comunican. En efec- to, con
ellos los fieles reci- ben la gracia de Cristo y
los Dones del Espíritu Santo, que les hacen
capaces de vivir la vida nueva de los hijos de
Dios en Cristo, aco- gido con Fe.
2La dignidad de la persona humana El hombre,
imagen de Dios
La dignidad de la persona humana está arraigada
en su creación a imagen y se- mejanza de Dios.
Dotada de alma espiritual e inmortal,
de inteligencia y de voluntad libre. La persona
humana está ordenada a Dios y llamada, con alma y
cuerpo a la biena- venturanza eterna.
3El hombre alcanza la biena- venturanza en virtud
de la gracia de Cristo, que lo ha- ce participar
de la gracia Divina. En el Evangelio, Cristo
seña- la a los suyos el camino que lleva a la
felicidad sin fin las Bienaventuranzas. La
gracia de Cristo obra en todo hombre que
siguiendo la recta conciencia busca y ama la
verdad y evita el mal.
4Las Bienaventuranzas son el centro de la
pre- dicación de Cristo. Recogen y perfeccio
nan las promesas de Dios, hechas a partir de
Abraham. Dibujan el rostro mis- mo de Jesús y
trazan la auténtica vida cristia- na, develan al
hombre la bienaventuranza eterna.
5Las Bienaventuranzas respon- den al innato deseo
de felicidad que Dios ha puesto en el corazón del
hombre.
A fin de atraerlo hacia Él, el único que lo puede
satisfacer.
6La bienaventuranza consiste en la visión de Dios
en la vida eterna. Cuando seremos partícipes de
la gloria de Cristo y del gozo de la vida
trinitaria. La bienaventuranza supera la
capacidad humana es un don sobrenatural y gra
tuito de Dios, como la gracia que nos con- duce
a ella. Nos estimula a amar a Dios sobre
todas las cosas.
7LA LIBERTAD DEL HOMBRE
8Poder dado por Dios al hombre de obrar o
no obrar. De hacer esto o aquello. De ejecutar
de este modo por sí mismo acciones deliberadas.
La libertad es la característica de los
actos propiamente humanos.
9Cuanto más se hace el bien, más libre es el
hombre. La libertad alcanza su perfección
cuando está ordenada a Dios.
Implica la posibilidad de elegir entre el bien y
el mal. La elección del mal es un abuso de la
li- bertad.
10La libertad hace al hombre responsable de sus
actos. En la medida en que éstos sean volun
tarios. La responsabilidad de una acción
puede quedar disminuida o anulada A causa de la
ignorancia, el miedo, la inadvertencia, la
violencia, los afectos desordenados.
11El derecho al ejercicio de la libertad es propio
de todo hombre, insepara- ble de su dignidad de
persona humana. Ha de ser siempre respe- tado.
Especialmente en el campo moral y
religioso. Debe ser civilmente reconocido y
tutelado, dentro de los límites del bien común y
del justo orden público.
12Nuestra libertad se halla debilitada por causa
del pecado original. Se agrava aún más por los
pecados suce- sivos. Pero Cristo nos liberó. El
Espíritu Santo nos conduce con su gra- cia a la
libertad espiritual. Nos hace colaboradores
suyos en la Igle- sia y en el mundo.
13La moralidad de los actos humanos depende de
tres fuentes Del objeto elegido. De la
intención del sujeto que actúa. Y de las
circunstancias de la acción.
14El acto es moralmente bueno cuando su- pone, al
mismo tiempo, la bondad del objeto, del fin y de
las circunstancias. No es lícito hacer el mal
para conseguir un bien. Un fin mal puede
corromper la acción, que de hecho, puede ser
buena. Las circunstancias pueden atenuar o
in- crementar la responsabilidad.
15Hay actos siempre ílicitos en razón de su
objeto La blasfemia El homicidio El adulterio
Suponen un desorden de la voluntad. Un mal
moral que no puede ser justificado.
16Las pasiones son los afectos, emociones o
impulsos de la sensibilidad. Invitan a obrar o a
no obrar, en vista de lo que se percibe como
bueno o malo.
Las principales son el amor y el odio, el deseo y
el temor, la alegría, la tristeza y la cólera.
17Las pasiones no son en sí ni buenas ni
malas. Son buenas cuando contribuyen a una
ac- ción buena. Son malas en caso con- rario.
Pueden ser asumidas en las virtudes o pervertidas
en los vicios.
18La conciencia moral es un juicio de
la razón. Impulsa al hombre a hacer el bien y
evitar el mal.
La persona asume su responsabilidad. Cuando el
hombre la escucha puede sentir la voz de Dios que
le habla.
19La dignidad de la persona hu- mana supone la
rectitud de la conciencia moral. El hombre no
debe ser forza- do a obrar contra su concien- cia.
No se le debe impedir obrar de acuerdo con ella,
sobre todo en el campo religio- so, dentro de los
límites del bien común.
20La conciencia recta y veraz se forma con la
educación. Con la asimilación de la Palabra de
Dios las enseñanzas de la Iglesia. Se ve
asistida por los dones del Espíritu Santo. Los
consejos de las personas prudentes. La oración y
el examen de conciencia.
21Tres son las normas que debe seguir siempre
la conciencia
1.- Nunca está permitido hacer el mal pa- ra
obtener un bien. 2.-Cuanto queráis que os hagan
los hom- bres, hacédselo también a
ellos. 3.-Respeto del prójimo y de su
conciencia.
22La persona siempre debe obedecer al jui- cio
cierto de la propia conciencia. Sin embargo,
ésta puede emitir juicios erróneos, no
siempre sin culpa. No es imputable el mal
cometido por igno- rancia. Es necesario
esforzarse para corregir la conciencia moral de
sus errores.
23Presentación en POWER-POINT realizada por
Violeta Vázquez para www.oracionesydevociones.in
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