Title: Presentaci
1Miguel-A.
Igualito!
2Pepe González era contable de profesión. No
obstante, llevaba cinco años engrosando las
cifras del paro. A sus 59 años era más difícil
hallar trabajo que encontrar una aguja en un
pajar. Lo intentaba con ahínco, pero la respuesta
recibida de forma permanente era "estudiaremos
su caso". Por la rutina con que Pepe había
recibido tal contestación, ya no era para él una
esperanza, sino un sinónimo de darle con la
puerta en las narices. Había que seguir con los
intentos al menos por saberse con la dignidad de
haber luchado. Aunque sus cuatro hijos mayores
vivían de forma independiente, el menor aún
cursaba estudios universitarios a costa del
famélico bolsillo de su progenitor.
3Pepe había decidido mendigar un trabajo ante Paco
Flores, un antiguo compañero de Instituto de los
lejanos años de bachillerato. Es muy duro
rebajarse ante un antiguo amigo de adolescencia,
presentarle las penurias económicas, y mendigarle
un puesto de trabajo, pero la situación ya era
sumamente acuciante para no andar reparando en
prejuicios. Paco realmente había ido siempre de
triunfador por la vida. Era el Presidente y
también el mayor accionista de una gran cadena de
hipermercados.
4Entrevistarse con Paco era prácticamente
imposible. Cualquier intento por verse con él,
había terminado en las buenas palabras de las
secretarias, o en los malos modos de los guardias
de seguridad. Paco se sobresaltó al ver a un
intruso en su oficina, y a punto estuvo de hacer
sonar el timbre de alarma requiriendo la
presencia de los vigilantes jurados. Se
tranquilizó porque era fácil adivinar las
intenciones pacíficas del recién llegado.
Enseguida lo reconoció. - Pepe...? Pepe...
González...? -preguntó Paco embargado por la
sorpresa, la duda y la emoción. Se abrazaron
efusivamente.
5Paco le invitó a comer a su casa. El Mercedes se
detuvo ante la puerta de la verja de la mansión.
La entrada quedó franca al instante
Probablemente el chofer accionó algún mecanismo
de control remoto. Tras superar la verja, después
de solicitar una parada al conductor,
descendieron, y comenzaron el camino a pie hasta
la casa. Aquello más que un jardín parecía un
campo de golf. - Son nueve hectáreas -explicó
Paco. - Nueve hectáreas? -preguntó, asombrado,
Pepe, que ni siquiera pensaba en los metros de
una hectárea, sino en los millones que valdría
aquella porción de terreno para la construcción
de chalets.
6Llegaron ante la vivienda. - Cuántos metros
cuadrados tiene? -preguntó Pepe. - Sin contar
los sótanos -respondió Paco-, 250 en la primera
planta, y otros tantos en la segunda, más
porches, galerías, y garajes. Continuó
enseñándole el interior de la casa... grandes
escaleras de mármol... cuadros colgados por todas
partes... salones inmensos con lujosos muebles...
una cocina digna del mejor de los restaurantes...
biblioteca inmensa... baños con azulejos y
espejos impecables...
7- Mira, este es mi dormitorio -dijo Paco
mostrando a su amigo una sala ridícula, con una
enorme cama redonda en medio, que más que para
dormir, parecía apropiada para realizar orgías
sexuales. - Puedo? -preguntó Pepe, señalando la
cama, y deseando probar aquel colchón que en su
mente suponía un neumático de agua. - Claro que
puedes! -y siguió explicando-. Esos cuadros, con
hermosos desnudos artísticos de mujer, los compré
en Roma. Son de Chiquelleto. Tras la muerte del
pintor, la cotización alcanza cifras de vértigo.
La Galería Brittis me ofrece mil millones por los
tres.
8Pero Pepe, no escuchaba la perorata de los
cuadros, y exclamó - El Crucifijo!. - Qué le
pasa al Crucifijo? -preguntó Paco muy
interesado. - Es igualito que el mío!. - No,
hombre!. No pueden ser iguales. Éste lleva la
cruz de madera de cedro del Líbano, y la imagen
es de oro macizo. Imposible!. - Me lo vas a
discutir a mí! -exclamó Pepe-. Te digo que son
iguales! Ambos son de la marca "INRI"!.